
Ukuli Bula es un ritual de iniciación que practican los varones Hammer, al igual que sus vecinos los Karo y los Banna, un ritual de ingreso en la sociedad adulta que les permite contraer matrimonio, formar una familia y tener propiedades (ganado). El que se ve con mas frecuencia y el mas impresionante es el que practican los Hammer.
El momento y el lugar del Ukuli Bula lo deciden los padres del chico que va a saltar. La celebración dura varios días y comienza días antes festejando en la aldea con familiares y allegados, cantando, comiendo y bebiendo.
La ceremonia del salto del toro comienza a primera hora de la tarde. La gente se va congregando a las orillas del río. Acuden familiares, allegados e incluso turistas.
Los hombres, apartados de las mujeres se preparan; los amigos del joven que va a saltar se pintan unos a otros la cara con dibujos de colores llamativos y se adornan con collares y brazaletes para diferenciarse del resto. Al joven saltador, que previamente se ha bañado en el río y se ha rebozado con arena para purificarse, con media cabeza afeitada como si tuviera una enorme frente y la otra media con el pelo suelto, le frotan con boñigas y le ponen como protección unas cuerdas de cuero o corteza vegetal cruzadas en el tórax.
Las mujeres, con sus peinados y vestimentas característicos, con grandes collares y pulseras, embadurnadas con una pasta hecha con grasa animal mezclada con arcilla rojiza y a veces incienso que da su pelo y a su cuerpo un tono rojizo, con tiras de cascabeles atados a las rodillas y tobillos, con sus pechos protegidos por coloridos sujetadores y camisetas a cual más llamativa, casi siempre de equipos de fútbol conocidos, tienen su propio espectáculo, bailan y cantan con un ritmo frenético.
Todos van caminando al lugar de la ceremonia, donde están las reses. Allí las mujeres invitan a los maza (chicos que ya han superado el Ukuli Bula y aun no están casados) a azotarlas con unas ramas finas. El sonido de una especie de corneta precede a los latigazos que provocan unas heridas sangrantes en sus espaldas que luego se convertirán en cicatrices hipertróficas. Muchas veces insultan al latigador (maza) y le exigen golpes más fuertes. Las mujeres lucen orgullosas sus cicatrices como signo de valentía. Aguantar los latigazos sin inmutarse es una muestra de apoyo al joven iniciado y a su familia. Cuantas más cicatrices tienen, más orgullosas están y más respetadas son.
Entre latigazos, las mujeres siguen bailando en grupos, como en trance, incansables alrededor de las reses.
Antes del salto, los amigos rodean al chico y unen sus manos. De este grupo, desnudo, con la única protección de sus tiras cruzadas en el pecho, sale para meterse dentro del grupo de vacas (puede elegir las que va a saltar). Los hombres alinean las reses agarrándolas por los rabos y los cuernos. Se hace el silencio y el saltador corre por sus lomos una y otra vez. Debe saltar al menos cuatro veces y al menos ocho vacas, cuantas más veces y mas vacas salte, mas valiente y digno de ser adulto se le considera.
Si el joven supera la prueba, se le rasura totalmente la cabeza y se retira a vivir solo en la sabana o la selva durante al menos un mes. Debe sobrevivir sin ayuda, alimentándose de lo que la naturaleza le da, a veces buscando Ukuli Bula donde ejercerá de maza. Del retiro vuelve a su aldea reconocido como adulto de pleno derecho, preparado para casarse cuando su familia le ha encontrado esposa.
Si se cae y no consigue saltar, será repudiado, incluso azotado por las mujeres. No podrá ser un hombre, pero podrá volver a intentarlo al año siguiente.